Tras cursar el bachillerato científico y estudios empresariales en Francia, Valérie Taupin comenzó su carrera en Alemania, en una empresa que fabricaba ropa a medida para pacientes con quemaduras y postoperatorios de liposucción. La joven licenciada necesitó una buena dosis de valentía, trabajo duro y determinación para, poco a poco, sacar adelante su negocio (además de muchas horas repasando listines telefónicos para identificar a posibles clientes a los que contactar).
A principios de los años 90, Valérie Taupin tuvo un encuentro decisivo con un cirujano plástico. Éste, que acababa de descubrir un compuesto para rellenar las arrugas, le sugirió que lo comercializara. En aquel momento, el mercado estaba en pañales; muy pocos médicos estéticos y cosméticos ponían inyecciones. En 1993, con solo 26 años, Valérie Taupin inició su andadura como distribuidora de rellenos antiarrugas. No resultó sencillo impulsar la innovación, integrar la creatividad, no repetirse, evitar caer en las ideas preconcebidas y alejarse del camino más fácil para inventar, pensar de manera diferente y convertir la calidad en el eje central del proceso.